Las centrales telefónicas de Atención de Clientes, cuentan con una serie
de protocolos para la atención de las consultas o requerimientos frecuentes,
que facilitan responder correctamente y
en el menor tiempo posible las inquietudes de sus usuarios. Estos
protocolos permiten a su vez, garantizar la atención de las llamadas y mantener controlado el nivel de abandono de
las mismas, al establecer tiempos promedio de atención por cada una ellas.
Pero cuando el motivo de la llamada no es una consulta típica sino un
reclamo, estos protocolos pierden su eficacia, toda vez que las variables en
cada reclamo son distintas por cliente y requieren de un mayor tiempo de
escucha para encontrar la alternativa de atención apropiada y no necesariamente
se enmarcan en aquellos protocolos que los
asesores telefónicos manejan, por lo que la atención del requerimiento resulta
siendo insuficiente.
Este escenario causa muchas veces no sólo la insatisfacción de los
clientes por la duración de la llamada y
la “mala atención” (preguntas no acordes con el problema, respuestas genéricas
o insuficientes, explicaciones incoherentes, etc.), sino también y no menos
importante exponen al proveedor del servicio a incumplir contratos o marcos
regulatorios vigentes, al no registrar el reclamo o hacerlo de manera
inadecuada.
Este puede ser el origen de la sanción que Osiptel impuso a Telefónica del Perú en los últimos
días. Las centrales de atención de la empresa operadora se negaron a admitir quejas por calidad de servicio de internet y no proporcionaron un número de reporte de
avería correspondiente, bajo el argumento que era necesario realizar un
Test de Velocidad que permita descartar el problema. La multa se impone teniendo
en cuenta que el no registro del requerimiento es una falta grave al
reglamento.
En este ejemplo, los asesores telefónicos utilizaron su protocolo de
revisión de fallas en lugar de tratar el
caso como un reclamo. Surge entonces la pregunta: cómo evitar esta contingencia
si la política utilizada por la mayoría de empresas, sería atender en el menor
tiempo posible a la mayoría de clientes utilizando mecanismos de respuesta estándar
a las llamadas recibidas?.
Si las centrales telefónicas de Atención al Cliente, generan espacios
para la escucha activa, los casos
atípicos podrían identificarse mejor, atenderse en tiempos diferenciados, con
equipos de asesores especializados, que cuenten con mayor conocimiento y que en
lugar de “tomar el pedido” se involucren en la solución del requerimiento.
A partir de esta propuesta sería posible generar un espacio para
“escuchar la voz del cliente” y tomarla
para la mejora de procesos internos
reduciendo las posibilidades de error, multiplicando las oportunidades de
brindar un mejor servicio y haciendo un uso racional de los recursos, para el
beneficio mutuo.
Aquí los detalles del caso Telefónica del Perú.Haz click
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